Paraiso Perdido

I sense a soul in search of answers! Welcome to my secret garden and, please, enjoy my secret fruits! ¡Siento un alma que busca respuestas! ¡Bienvenid@s a mi jardín secreto, y por favor, disfruten de mis frutas secretas!

Nombre: Over40
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Busco respuestas... Tal vez yo mismo (y con su ayuda) las consiga algún día.

domingo, marzo 26, 2006

De profesores y enseñanzas

¡Qué buen clima ese de la USACH en los años 80!

No lo digo por el clima externo, que para estudiar estaba bastante malo, lleno de protestas, movimientos y cambios, sino por el clima interno… adentro, en nosotros, los estudiantes de pedagogía en inglés.

Me acuerdo que lo único que quería era estudiar, atender a clases, poner atención a mis profesores (quienes en su mayoría eran buenos, o al menos inolvidables). Tanto así, que esa época y esas personas que me rodearon me ayudaron, sin duda, a sobrellevar y derrotar el cáncer que padecí cuando cursaba el segundo año de la carrera. También conocí el verdadero amor. Lo pasé divino cuando participé en los tres Trabajos de Verano de la Organización Estudiantil de esos años. Ahora entiendo por qué eran tan odiados algunos, sino todos quienes pertenecíamos a ese grupo. Yo estaba allí por mis ganas locas de hacer cosas y aprender dentro y fuera del aula…

Dentro, en las salas, varias materias me marcaron de modo indeleble: fonética y fonología, gramática generativa, composición, metodología y otras. De los profesores, no quedarán sin mencionar don Leopoldo Wigdorsky y doña Elia Díaz, don Raúl Labbé, Miss Perry, Miss Maillet, el sr. Rojas, la sra. Fernández, la gringa Pam, uff!! y muchos otros, simpáticos todos.

Pero el tema era lo que enseñaban y cómo lo trasmitían. De todos ellos, la pasión vital por la pedagogía y la madurez académica total eran personificadas por el sr. Wigdorsky y su señora esposa y colega, la Sra. Díaz. Cariñosos, apegados a sus (mejores) alumnos, siempre con humor, disfrutando mucho lo que hacían. Lograban transmitir conceptos muy difíciles con una sonrisa en los labios (o, al menos, eso me parecía a mí). Era una sintonía especial la que conseguí con esas personas. Seguramente, en su momento, me veían como un discípulo seguro, como una semilla a punto de germinar. Más, las circunstancias que rodearon mi paso por la Universidad, me hicieron ver que debía tomar un rumbo distinto, no el académico, sino uno más prosaico y a menudo banal: “ponte a trabajar luego, has frente a tus responsabilidades de padre, olvídate de una beca… con esos antecedentes médicos, nadie te va a dar “pelota” ni te van a contratar”.

NO IMPORTA, me las arreglé siempre para que no se notara mi “cojera” y, sencillamente, me dediqué a ver “en qué era bueno”… trabajé más como traductor, y más tarde hice camino en el rubro de la computación, en diversas áreas hasta llegar a lo que soy ahora… Sin embargo, SI IMPORTA, cuando veo, ahora con más años, que tal vez no debí abandonar el idioma inglés como objeto de estudio, ni la lingüística como forma de vida. Eso lo heredé de mis profesores más queridos, los que más me marcaron, y a quienes tengo como referente cuando me veo haciendo mi labor hoy. De algún modo, ellos y sus enseñanzas están siempre presentes en la devoción con que me entrego a mis asignaciones y mi omnipresente sentido de educar e instruir. Es que el “profe” que tenemos dentro y que fue inculcado con tanto ahínco, se manifiesta y aflora en cada cosa que hacemos por los demás.

Se aprende una materia, pero más importante es cómo vamos adquiriendo los modelos que nos entregan conocimientos. Personalmente, no creo que el aprendizaje pueda alguna vez conseguirse con un mero programa computacional, que por bien hecho que esté, nunca tendrá la calidez ni la inteligencia (o lectura de lo no evidente) que puede hacer solamente un ser humano.

Gracias a Dios por los buenos hombres y mujeres que, recibiendo la investidura del profesor, hacen lo que deben hacer: enseñar. Con paciencia, estas personas se adentran en el alma de sus discípulos y los mejoran y embellecen. Me cuento entre los tocados y llamados a servir, lo hago desde mi atalaya, la que me tocó vivir.

2 Comments:

Blogger Icy said...

Qué época aquella verdad??? Eramos tan puros, tan claros, tan inocentes en nuestros sueños y ambiciones!!!

Nuestras ganas de servir se reflejaban en los trabajos de verano y en nuestra (buena) disposición para hacer clases y reemplazos por casi nada...

Qué tiempos aquellos en que nos bastaba una guitarra, una pizarra blanca y unos cuadernos para ser felices.

Grandes recuerdos, notables profesores y mejores experiencias...

Ese "grupo-curso" siempre fue especial, desde que partimos en la U hasta que nos graduamos, y eso que muchos de nuestros compañeros fueron quedando en el camino, y los menos formamos parejas notables... recuerdas? En esa época eramos los "cuicos" de la facultad y aunque no eramos totalmente aceptados, hicimos grandes cosas y dejamos huella, tal como nuestro querido profe Wigdorsky.

Ah! fue grato encontrarme contigo después de tanto tiempo... y tal como dijeron los profes, todos estamos "igualitos" ... Jajajjaaa!! pobrecitos, ya tienen que cambiar sus lentes, no???

Nos leemos y me alegro que hayas puesto una nueva entrada tan ligada a nuestra juventud.

Felicitaciones por los recuerdos!!!

Bechozzzzzzz!!

marzo 26, 2006 11:19 p. m.  
Blogger Yo said...

Qué lindos recuerdos...

Uf mi atalaya, tiene fama de estar ubicada totalmente opuesta a la tuya, pero creo que no es así...

En mis años de universidad también tuve la bendición de tener profesores con pasión por la enseñanza, y fueron una maravilla... Recuerdo especialmente a uno, que comparaba las matemáticas con la poesía, que nos encantó en su primera cátedra con aquello de que "el universo es un libro abierto, escrito en matemáticas"... qué importaban las caras amenazadoras de los de 2do año, esperando afuera para novatearnos, frente a un discurso tan apasionado, tan vibrante... amé el "punto" desde el primer día de clases.... en fin, grandes maestros, grandes huellas...

Siempre me han atraído los idiomas, el lenguaje... de hecho postulé a traducción como primera opción, pero se requería un conocimiento más que importante, de una tercera lengua, y aunque por PAA quedé en los primeros puestos, me falló el alemán... plop!
Hace un par de años averigüé acerca de las vacantes para traducción (esta vez sólo español-inglés), y expliqué mi preocupación acerca de esta disparidad matemáticas/idiomas y si la carrera estaba pensada exclusivamente para humanistas, etc... Para mi grata sorpresa quien me atendió me dijo que al contrario, que los años de abstracción eran incluso un plus para el estudio de idiomas! Hasta me citó un estudio y recomendó un libro sobre el tema, lástima no recordar ahora cuáles. No saben la felicidad que me dio... Claro, después vino un pequeño gran terremoto, que hizo que tuviera que posponer (no pierdo esperanzas) la idea de seguir esa carrera...

Lindos recuerdos... Muy acogedora tu casa! Me sentí a mis anchas escribiendo lo que pensaba... gracias por la oportunidad...

Cariños

marzo 27, 2006 9:28 a. m.  

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